martes, 17 de diciembre de 2013

Las Nubes

                Uno de los rituales de los días de verano, era sentarme en el pequeño jardín trasero. Mi papá estaba sentado es su silla replegable, con el termo y su mate. Eran horas y horas con el ritual amigable de pasar el brebaje, dónde además el factor importante era que él compartía sus ideas y sabiduría conmigo.
Esa tarde la recuerdo bien porque fue especial. Yo tenía seis años de edad, me senté al lado de su inmensa figura, lo miré y él me sonrío

-Mati, pregúntame hijo mío.

-Papá, amo el Sol.

La ternura invadió su rostro para enmarcar su respuesta.

-Hijo, el Sol es la vida, es la luz, es el amor. Muchas y loables comparaciones tiene el Sol. Personalmente yo creo que justamente el Sol simboliza la felicidad. Vos pensá que la vida es un camino de aprendizaje. Dónde cada aprendiz en algún momento tendrá la posibilidad de elegir cómo van a influenciar en uno las diferentes situaciones que se van a ir presentando. Uno puede tener la mirada en que día a día el Sol va a estar ahí, simbolizando la posibilidad de ser feliz, aceptando que eso está ahí.

-Igual Papá así cómo amo el Sol, odio las nubes que no me permiten verlo.

Nuevamente dirigió su mirada llena de amor hacia mí y continúo con su enseñanza.
-Hijo mío, toda nube es necesaria en la vida. Porque la realidad es que ninguna vida va a estar iluminada completamente en todo momento al menos que sepamos caminar con la mirada puesta en que todos los días sale el sol.

Existen tres caminos: Vivir en la oscuridad de la nube te va a ser sentir que no existe mañana, que la realidad que uno está viviendo es imposible de sobrepasar, sentir una angustia y un dolor inmenso que no logra reflejarse en una actitud superadora hacia la situación sino que se transforma en un límite que aleja la felicidad. Es una actitud respetable hijo porque todas las personas son distintas y es importante en la vida alejarse de ese lugar de director y crítico humano porque al desconocer el contexto es complicado saber qué y cómo siente la persona lo que está viviendo.

La curiosidad se me despertó con toda mi inocencia de ese momento agregue
-Si la nube tapa lo que veo probablemente ya no lo vea más.

- Claro hijo esa es la segunda opción, porque la nube puede tapar el sol, y simplemente podemos elegir caminar y obviar la nube. Olvidar esa felicidad que genera el Sol y  continuar. Probablemente la nube en algún momento se mueva y el Sol también entonces esa felicidad se posará en otro lado.
Esto tampoco esta mal, si uno piensa probablemente nada está bien o mal de manera absoluta pero podes saber que esa nube desapareció y que volverás a ser feliz, aunque existe esa incertidumbre de haber perdido tu Sol anterior, de haber olvidado algo hermoso que te daba alegrías, compañía y posibilidad de aprender y crecer, probablemente la vida te muestre otro camino igual de satisfactorio.

-Entonces Papá, ¿Cuál es el tercer camino?

- Aprender a amar la nube. Saber que la nube es una parte de la vida, y que implica una posibilidad de aprendizaje necesaria. Aprender que la nube sirve porque te ayuda a observar y encontrar el principio de las cosas, porque te ayuda a valorar realmente el valor de la felicidad y de las distintas opciones y realidades que la vida te regala momento a momento, por eso mientras abrazas la nube hijo, entiendes que puedes crecer en cada instante de tu vida, sabiendo que el Sol está ahí y que el motivo de tu alegría no se esfuma sino que se transforma, que crece, porque esa nube que surco el horizonte, no destruye, no borra sino que genera una oportunidad.
Probablemente hijo cuando vuelvas a ver el sol, serás alguien distinto.

-Entonces es fácil Papa elegir

-La realidad es que durante la vida vas a caminar en todos estos estados, aprende a intentar no exigirte en cada uno sino simplemente comprender que las cosas pasan por algo. Son necesarias para prepararte para lo siguiente. Recuerda hijo que lo único que no se puede arreglar es la muerte, el resto depende de vos, de otro, de alguien, entonces aprende que una nube nunca es mala sólo te muestra algo diferente a lo que uno normalmente venía logrando, te saca de la rutina y te aleja de lo habitual para darte una nueva opción. Puedes elegir nuevamente el Sol, como si nada hubiese pasado, puedes crecer, puedes volver al Sol todas opciones viables, con un costo y una ganancia sólo hijo te digo que disfrutes momento a momento y no temas elegir.


Acto seguido me dio un fuerte abrazo, creo que le caía alguna lágrima, yo lo abrace y me fui a jugar lo habitual en un nene de seis años.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Un Romance especial


Desde chico siempre supe que era especial. Veía a mi Papá jugar al balonmano, a mis tíos, a mis hermanos. Con deseo anhelaba tener la posibilidad de poder estar en la cancha. Pero cuándo yo observaba la pasión, el grito al momento de convertir el gol, esperaba ser el que los detuviera. El verdugo que sacar al brazo justo para evitar la caída de mi valla una y otra vez.

A los 15 años mi ídolo que era el arquero de mi club. Cómo todo ídolo de un joven de barrio, a la salida de un entrenamiento me regalo un camiseta. Esos son los pequeños gestos que detienen el tiempo. Yo junto a él, sosteniendo en mi mano un tesoro. El legado de un genio, marcando el hito de traspaso. En ese momento la historia se estaba escribiendo, línea a línea, mostrando cual era la línea sucesoria.

La realidad muestra que sos único. Que te vestís diferente, que si bien tus colores se asemejaran a tus compañeros, siempre seras distinto. La camiseta era roja cómo la sangre que dejaría  en la cancha cada día, las rayas blancas me dieron un toque de distinción, cómo el hombre de la cancha, el que evita la alegría ajena.

Debo admitir que ese día cambio mi perspectiva sobre mi vida.

Jugué torneos locales, nacionales, fui a la selección. Batallas y batallas tenía mi hermosa camiseta roja y blanca. Ataje, me vencieron, grité, llore, reí, con esa camiseta me sentí invencible.

Y ese sentimiento iba más allá de ganar o perder, porque cada vez que entre a una cancha sabía que yo iba a dejar todo. Pero además iría en contra de la corriente colectiva. Porque esa era la realidad que sólo sentimos unos pocos en los deportes dónde existe un arquero.

A medida que el roce del suelo y luego de muchos remendar y remendar llegó el día que mi gloriosa remera tuvo que pasar a un cajón. Después de varios años tuve que comprarme diferentes modelos porque la lógica de la historia no difiere de la ropa a la propia historia del ser humano.

Estuvo a punto de ser regalada para la gente que lo necesita me lo decía mi Madre. Sin embargo yo no podía despedirme. Es cómo aquel adiós sin sentido a la mujer que uno ama. Porque salvando las distancias dentro de la cancha fue mi primer amor

En el inconsciente de mi mente, mi vida deportiva estaba unida a esa casaca. Sola en el museo de mi vida brillaba cómo el lucero que inspiraba cada una de mis acciones en la cancha. Pese a no tenerla puesta, la camiseta siempre fue mi musa inspiradora. En los márgenes de la Historia logre mucho.

Mi historia es cómo la del cualquier deportista. Al momento de terminar, le agradezco a ella,  que me dio cobijo, que me acompaño en cada instante de mi vida. Que junto a mi ahogo los gritos guturales de las gargantas de mis rivales.  Que cuándo caí me dio calor. Que cubrió mi sudor y mi sangre.


Todos fuimos parte del equipo, eso es cierto, pero en el momento en que el jugador volaba sobre los aires con el brazo extendido, con el afán de destruir mis ilusiones, sólo ella y yo éramos los defensores de la vida frente a la muerte. Los hacedores de justicia, los amigos inseparables.

martes, 30 de julio de 2013

Sólo un momento (2)

Parte 2 de 3

A eso queda reducido todo el partido, a este momento dónde si Manu ataja ese penal nos coronamos campeones.

Cuándo comenzamos el segundo año decidimos realmente poner más energía a la liga, no nos veíamos demasiado alejado de los pibes, nuestros contemporáneo que habían salido campeones, es más en el partido que jugamos, el resultado fue muy parejo.

Uno de los jugadores del equipo de los pibes, era compañero nuestro, se llamaba Andrés y decidió jugar para nosotros, Manu todavía jugaba con sus compañeros de curso. No teníamos arquero fijo pero íbamos rotando de acuerdo a la necesidad. Si bien queríamos salir campeones, todavía teníamos en claro que era algo recreativo.

Ese año, jugamos muy bien, eran 10 partidos en la etapa clasificatoria. ganamos 6 empatamos 2 y perdimos 2. Salimos cuartos en el grupo y clasificamos a cuartos de final. 

El colegio secundario era hermoso, teníamos tiempo libre aunque estudiábamos bastante. Había un equilibrio muy interesante entre lo recreativo y lo curricular y teníamos siempre muchísima libertad para vivir. El colegio era nuestra segunda casa.

Yo me juntaba mucho con el Grandote, Pepe y el Cabezón, eramos la banda de los 4 de Naturales.

El grandote vivía a 2 cuadras de mi casa. Medía alrededor de 1,90 pese a estar en Ciencias Naturales, le gustaba mucho el arte. Siempre estaba de buen humor. Era apasionado del fútbol, de ese fútbol relacionado con el lirismo. Ese fútbol que vivió su máximo esplendor de la mano de César Luis Menotti. Gambeta, toque, desequilibrio individual, y mucha diversión. Es así que también era fanático de River y del Barcelona.

Pepe era el polideportivo del grupo si bien en el fútbol no era destacado, jugaba al ping pong, al basket y al voley. Era el que más orientado estaba hacia las Ciencias Naturales.

Por último, el Cabezón era el payaso del grupo, jugador de Rugby y muy aplicado en el estudio.

La quinta pata de esta mesa era Pedro, el iba a Ciencias Sociales, nos habíamos hecho muy amigos en el transcurso del colegio. Él jugaba en el equipo de los pibes. Era todo lo contrario al Grandote, siempre discutían de fútbol, sobretodo porque era de Boca. Las chicanas del Grandote iban siempre relacionadas a que según el fútbol de Pedro y sus amigos era de playstation. Pedrito jugaba futsal en un club y era muy bueno había jugado en la selección mendocina de su categoría. 

Teníamos una relación que iba más alla del colegio, nos juntabamos afuera del colegio, salíamos a bailar, pasábamos tarde jugando a la play, a la pelota. a las cartas y charlando. Al día de hoy 8 años después de que salimos del colegio todavía nos juntamos. Admito que muchas veces recuerdo con nostalgia esos años dónde toda la dificultad radicaba en juntar la plata para la gaseosa, ver que íbamos a hacer el fin de semana, y coordinar el estudio para llegar a la prueba de Historia o de Química.

En fin por quedar en la cuarta posición nos tocaba enfrentarnos al equipo que había salido primero de la otra zona, es decir justamente el equipo de los pibes.

Estaba todo diagramado para jugar 2 partidos, con diferencia de gol si había igualdad todo iba a definirse por penales.

El día anterior al partido de ida, estábamos en clase de educación física, cuándo sentí un ruido estrepitoso. Me acerque y lo vi a mi querido amigo con su metro noventa, en el suelo con una mueca de dolor. Horas después tenía un yeso en su brazo.

Al día siguiente disputamos el partido, yo me acerque al árbitro y a Pedro. Les comenté si Manu podía atajar para nosotros debido a la lesión de nuestro amigo. Debo comentar que mi idea era apelar a la humanidad de mi amigo, porque reconozco que reglamentariamente no debía jugar.

Pedro habló con sus compañeros y el arquero empezó atajando para nosotros.

El partido fue muy parejo, hay que decirlo; nosotros estábamos jugando como si no hubiese mañana, queríamos ganar como sea. Sin embargo ellos eran mejores,  Manu empezó a lucirse cómo nunca. Tapo tres remates de Daniel, uno de Pedro, dos del enano. No podíamos marcar, eran muy veloces. El palo nos ayudó dos veces y luego término el primer tiempo.

Nos metimos en el baño que solía hacer de vestuario. Nos miramos a los ojos, Andrés, Manu, Pepe, el Cabezón, Jorjón y yo. Jorjón recién llegaba, era uno de nuestros máximos valuartes jugaba bien pero estudiaba mucho, esa era la razón que la mitad de las veces no estaba en la cancha.

Pepe tomó la palabra y dijo:
-Peor de lo que la hemos pasado en este primer tiempo no va a suceder, hay que divertirse!

Empezó el segundo tiempo y otra vez el palo nos salvo. Sin embargo ya el domino no era predominante jugábamos de igual a igual y de a poco nos empezamos a animar. Yo armé una jugada contra la pared me salió el gran arquero de ellos, le pegue a la pared y Dani salvó en la línea. Andres cabeceó e hizo lucirse al uno.

El partido se terminaba. Pepe recibió en la mitad de cancha, cruzó la línea se perfiló para la derecha y sacó un remate que llevaba alma, vida y toda la tensión acumulada. La pelota sobrevoló la baldosa y se incrusto en el ángulo superior de Danilo 1 a 0 para nosotros. El árbitro decretó el final y nos quedabamos el primer chico. Una sensación de gloria invadía mi pecho, observaba a mis rivales y veía sed de revancha pero por una semana íba a poder gozar ese sentimiento.

La semana pasó volando, el grandote no pudo sacarse el yeso sin embargo consiguió la autorización del médico para jugar. Daniel prudentemente dijo que era un peligro para su equipo y para el mismo jugar con el yeso sin embargo el grandote pidió jugar. Manu también iba a jugar, era una cuestión de orgullo para los pibes, sabían que querían vencernos con todo lo que teníamos pese a que el arquero nuestro no estaba en la lista. Esta vez ellos intercedieron para que atajara.

Dos tiempos de 15 minutos para definir el pase a las semifinales.

Manu, Grandote, yo, Andrés y Jorjón en cancha frente a Danilo, Pedro, Daniel, Juanjo y el Enano.

Nos habíamos preparado para ganarle al campeón. Apenas comenzó el partido, mi hermano querido sacó un remate cruzado, la pelota rebotó en un jugador y en el rebote Andy puso el 1 a 0. No lo gritó por su pasado pibeísta aunque, el resto lo gritamos con alma y vida.

Dos goles de ventaja en el acumulado. Sim embargo Daniel y Pedro comenzaron a jugar a través de paredes que se hacían edificios. El empate llegó en una triángulación que le quedo a Pedro, que definió entre las piernas cuándo se acaba el primer tiempo 1 a 1 el partido.

El segundo tiempo fue mágico. No por el resultado sino por ver la velocidad y precisión con la que jugaban los chicos. Daniel me robó la pelota y sacó un derechazo violento para el 2 a 1.

Luego Juanjo pivoteó esperó a Dani que amague mediante dejó a Manu sentado y puso el 3 a 1.

Nos quedamos sin reacción. Nuevamente desde el arco Pedro y Dani fueron tocando e hicieron un golazo el 4 a 1. Faltando unos segundos el Cabezón logró el descuento para dejar el partido 4 a 2. Nos habían superado. Habíamos dejado todo y nos quedaba un año más para tener revancha.

Luego de ese partido los pibes ganaron con holgura su serie de semifinales.

La final la ganaron 7 a 6 todo el partido con ventaja aunque al final el resultado no reflejo la diferencia en el juego. La gran figura fue el enano que hizo 5 goles.

Otra vez los veía festejar y una sensación de envidia estaba en mi corazón, quería ser campeón. Queríamos ser campeones.

A todo esto se reducía este momento...

Si Manu atajaba el penal eramos campeones...

jueves, 25 de julio de 2013

Sólo un momento

Sólo un momento.  parte 1 de 3

A eso queda reducido, todo el partido, a este momento dónde si el Manu ataja ese penal nos coronamos campeones.

Este es nuestro último año en el colegio. No somos jugadores de fútbol, simplemente un grupo de amigos, que coincidimos todos juntos, en este curso, estudiamos o por lo menos lo intentamos, día a día.

Cuándo entramos, hace 3 años, nos sumamos a la vorágine que se vivía junto a la Liga. Todos los viernes, cientos de jóvenes nos quedábamos en este patio, que primero hacía de lugar para sentarse en los recreos y compartir una gaseosa, unas galletas y tocar la guitarra.

Mutaba en una cancha, con dos arcos, que si un o se ubicaba en el desdibujado punto del final e intentaba mirar al cielo, topaba su mirada contra el tablero de basquet, el lateral izquierdo de la cancha, se topaba con una fila de columnas, espaciadas que sostenían la estructura de dos pisos hacia arriba. El lateral derecho hacia resistencia contra la pared limítrofe del colegio.

La pared, era un aliado en los momentos de atacar, cuándo uno iba con la pelota dominada, y no encontraba un compañero, usaba la estructura para tocar e ir a buscar. Sin embargo el adversario de turno también usaba ese recurso para intentar vulnerar nuestro sistema defensivo.

Cómo comentaba, nosotros no eramos jugadores de fútbol, más que de hobby, de salir en el barrio con las topper de tela y jugar en la plazoleta junto a los vecinos y amigos.

Cada día de liga, nuestros sentimientos, se asemajaban a eso que supongo yo, deben sentir los jugadores de futbol, cada vez que juegan un partido.

Tres años ya habían transcurrido desde aquel lejano Marzo, tiempo que había pasado, ya casi eramos ex alumnos. Hacían varios años que dos equipos del último año no llegaban a la final, sobretodo porque enfrente teníamos justamente al favorito que había roto todos los récords, desde que había entrado a la secundaria. Campeones en primer y segundo año, frente a rivales más grandes y contra todos los pronósticos.

Todavía me acuerdo de ese primer año, nosotros habíamos hecho un torneo irregular, no logramos clasificar a los cuartos de final, cuándo nos enfrentamos contra el equipo de ellos. Fue un partido extremadamente parejo, nos ganaron 1 a 0 con un gol de Pedro, que era uno de los chicos que prácticaba deporte de manera federada.

En el momento que se jugó esa final, nos quedamos con el curso a apoyar a los chicos de primero, habían alrededor de 500 personas, creo que la mínima parte de estas, queríamos el batacazo, de nuestros contemporáneos.

Hicimos un par de carteles, Vamos los pibes , todo primero con ustedes, el Zurdo uno de los chicos, consiguió un tacho de basura para usar como tambor, nos ubicamos detrás del arco que daba a la calle, en las escaleras todos juntos.

Cuándo ingresaron a la cancha, note que Daniel, la gran figura del equipo de los chicos estaba afuera. Me comentaron que estaba lesionado. Eso restaba muchas posibilidades al equipo de primero. Por un momento cerré los ojos y me imagine adentro de la cancha, se me erizo la piel, ante el anhelo de algún dia poder estar ahí.

El equipo de tercero, era el favorito, porque eran todos jugadores que se iban del colegio ese año pero sobretodo, porqué en la historia de la liga nunca un equipo de primero se había consagrado campeón en su primer año y por el deseo de toda la escuela que esa estadística no se rompiera.

En el segundo piso, estaba establecido el equipo que se iba a encargar de relatar el partido, dos jóvenes llamados Renzo, siempre realizaban esa tarea con el afán de divertir a todos y de tener un archivo para generaciones posteriores.

Los recuerdos de ese partido se me vienen a la mente como postales.

Los pibitos golpearon primero y por duplicado, Pedro estaba hecho un correcamino jugaba con velocidad y precisión junto a sus compañeros, hizo el primer gol tocando con la pared varias veces para definir cruzado ante el Gordo Mascapor.

El segundo fue de Juanjo que giró de pivote, y sacó un bombazo para el 2 a 0. Descontó Martín cuándo le robó la pelota a Dante y ante el mejor jugador del campeonato el Arquero Danilo, definió entre las piernas.

El primer tiempo terminaba cuando, Daniel en los pocos minutos en cancha hizo una gran jugada y eludió a 2 jugadores para anotar el 3 a 1.

En el segundo tiempo el partido empezó a tornarse dramático, el equipo de tercero empezó a ganar físicamente los centro y llegaron 2 goles al hilo de cabeza el primero del gigante Gonzalez, y el segundo de arremetida de Salo el encargado de la liga de deportes que jugaba en el equipo.

Cuándo parecía que el ímpetu de los pibitos, quedaba corto apareció Pedro que a la salida de un corner durmió a todos y remato al angulo.

En el último gol todavía lo recuerdo: Pared entre Juanjo y Pedrito que desde el suelo remato cerca de donde estabamos nosotros, rápidamente se paro y se sumergió en un abrazo interminable con todos, eramos un sólo cuerpo de 20 chicos abrazados y gritando.

2 años habían pasado ya desde esa final. Para vivir está hoy que nos tenía como protagonistas

Que lindo fue ese recuerdo, varios invadían en mi cabeza, sobretodos los festejos.

Todo se reducía a este momento

Un sólo momento

Si Manu atajaba eramos campeones.

miércoles, 19 de junio de 2013

El Fútbol del revés (5)

Parte 5 de 5

El silbato resonó en mis oídos. Un aplauso atronador sobrevoló el campo de juego.

Nosotros sacamos del medio, rápidamente luego de un par de pases, la pelota llegó a mis pies mientras recorría el césped, por el rabillo del ojo miraba a Darío. Pise la pelota y con mi pierna hábil, la derecha, hice un pase que fue a destino.

Los nervios previos a un evento deportivo, ya habían pasado, me sentía muy bien adentro de la cancha, ya había realizado 6 pases bien, aunque defensivamente todavía no hice ninguna acción.

El partido era aburrido desde mi posición, veía toda la cancha y los arqueros eran espectadores de lujo.

A los 20 minutos de juego le tiraron una pelota larga a Drimi cerca del lateral, ambos corrimos a buscarla, y cuando parecía que él se iba a llevar la pelota, con el cuerpo le gane la posición y gire para el centro para salir jugando con mis compañeros. Algunos tibios aplausos sonaron en nuestra tribuna luego de esa acción.

El partido continuaba sin sobresaltos para ninguno de los 2 equipos. Cero jugadas de riesgo. Yo hice un par de pases más pero nada digno de recordar.

De a poco nuestros hinchas empezaron a cantar en contra de nosotros.

-¡Que esta tarde cueste lo que cueste, esta tarde tenemos que perder!

En ese momento tiraron un pelotazo a Drimi que domino la pelota, en mis oídos sonaba la canción, fui a buscarlo, y con una gambeta larga por la línea me dejo en el camino.

El enano iba por el lado derecho hacia el área. Darío salió a cortarlo pero él en velocidad era muy difícil de parar. Yo continuaba la acción desde atrás corriendo con todas mis fuerzas. Vi que mi compañero no pudo sacarle el balón. Yo ya estaba cerca del delantero

Él entro al área, adelantó la pelota. Cuándo vi que el esférico se le iba un poco largo, decidí tirarme con los pies desde atrás. Tiempo después me comentaron que esa jugada fue similar al penal que le cobraron a Sensini en la final del Mundial 90 contra Alemania, por la forma de barrer cruzando desde atrás con la pierna cambiada.

Mientras me deslizaba por el suelo, contraje la pierna izquierda para no tocar al jugador, sentí la pelota sobre mi botín derecho, que se iba hacia el córner. En dos segundos tenía el cuerpo de Drimi sobre el mío.

Nos levantamos el árbitro dio saque de esquina. Todos mis compañeros vinieron a felicitarme.

Quedaban 2 minutos de juego del primer tiempo cuándo hubo un tiro libre en  el lado izquierdo a 15 metros de la medialuna. El Profe me miró y me hizo una seña para que vaya a cabecear.

Me marcaba Jerez, el 3 de ellos. Cuándo se puso a mi lado, me di cuenta que era más alto que él por unos 7 centímetros.

Diamanti con su botín derecho le pego con rosca el centro iba hacia mi posición. Yo veía la pelota trasladarse por los cielos, de reojo vi al arquero que empezaba a correr hacia el balón para atraparla con sus manos. Salte por inercia, la pelota se dirigía hacia mi. Moví mi cabeza, e impacté la bocha el guardameta quedó a mitad de camino entre el centro y el arco. Mi cabezazo fue directo a la red,

Mi primer gol en primera división, caí al suelo. Me levante rápidamente mis compañeros vinieron a abrazarme. Estaba muy emocionado, aunque el silencio que sobrevolaba por el estadio era de muerte. Nadie había gritado el gol.

Terminaba el primer tiempo con el marcador 1 a 0 a nuestro favor.

En el vestuario todos me felicitaron. Darío se me acerco y me dijo:

-Excelente flaco, ojo que los cantos de la hinchada no te hagan perder la concentración. Él se había dado cuenta, que de alguna manera la jugada de riesgo había sido generada por una desconcentración mía.

Mi admiración por el gran capitán crecía cada vez más.

Entramos a la cancha, acompañados de una silbatina descomunal, vi hacia nuestros fanáticos pero ellos también silbaban en contra nuestra. Estaba conmocionado, y muy dolido. Debe ser una de las pocas veces, que un equipo que va ganando 1 a 0 era recibido de esa manera. Mi partido soñado no podía ser este. Era titular por primera vez en el torneo, convertí un gol, tuve un cierre espectacular. Sin embargo nada era reconocimiento. Todos silbidos e insultos. Se me llenaron los ojos de lágrimas, estaba furioso. Pensé que este segundo tiempo lo iba a jugar con alma y vida.

En los primeros 15 minutos robé tres pelotas, e hice buenos pases. Cuándo marcaba a Drimi, le tiraba mi potencia física de mi juventud. Cuándo marcaba a Rigoberto, el 9 de ellos de 1,85 de altura. Siempre saltaba más alto y despejaba todo lo que pasaba cerca.

Estaba enojado. Los cánticos eran cada vez más fuerte y agresivos.

- Que esta tarde no podemos ganar, si no todos van a cobrar.

Vi el reloj en el marcador electrónico del estadio. Quedaban 15 minutos. Ellos comenzaron a acercarse a nuestro arco con mayor frecuencia.

Empezaron a tirar muchos centros que nosotros despejábamos. Quedaban 6 minutos, Drimi recibió en el costado izquierdo y encaró a nuestro lateral, lo paso y quedo pie a pie contra mí.

Vi que con sus ojos miraban a la derecha, pensé que iba a salir por afuera alejándose del arco, para tirar el centro.

Desde la tribuna nuestra me gritaron.

-Pibe, usted si no pierde hoy no juega más por que lo matamos.

Drimi tocó la pelota hacia la derecha, entró al área, yo lo seguía de cerca,adelantó el balón y yo con mi pierna derecha fui a trabarlo con fuerza.

En ese momento, el enano quebró la cintura, y fue para el medio con su pie izquierdo antes de que trabáramos. Estaba por pasar de largo. y estiré mi pierna izquierda intentando tocar la pelota. Cuándo estaba por robarla. Drimi punteo la pelota con su pie derecho, me lleve su pierna Izquierda. Sentí el silbato del árbitro.

Penal. Toda la cancha estalló en aplausos. No lo podía creer, no por la falta sino por la reacción de mi público.

Pateo Rigoberto, el Polaco fue a la derecha, el remate a la izquierda 1 a 1 el partido.

Ya no quedaba nada, de tiempo sólo 2 minutos. El partido terminaba en empate clavado. Sacamos del medio los últimos minutos fuimos haciendo pases, Darío me paso la pelota. Yo estaba con mucha bronca.

Los agravios de la tribuna eran cada vez peores. Pense en pegarle al balón y hacer catarsis. Todos los que alguna vez han hecho algún deporte, han sentido esa sensación de libertad, que pasa por nuestro cuerpo cuándo hacemos ejercicio y liberamos tensión.

Drimi me fue a presionar, levante la pierna me preparare a golpear la caprichosa. Él se tiró al suelo y tocó el balón. Mi pierna fue hacia el aire. Fue una pifia monumental.

El enano se fue sólo frente al arquero. No podía creer lo que había pasado. Darío desde atrás se tiro para intentar tapar el tiro. y el 7 bravo toco para Rigoberto que sin arquero hizo un pase a la red.

2 a 1 perdíamos. Me desplome en el suelo agarrándome la cabeza. Sentía aplausos. La tribuna empezó a corear:

-Flacoooooooooooooooooo, Flacoooooooooooooo.

El arbitro decretó el final del partido. Me fui directo a las duchas, no quise saludar a nadie. Tenía bronca, me había dejado llevar por las emociones. Había fallado a mi equipo y a mi mismo. Aunque el público irónicamente estaba contento.


Hoy luego de 10 años de ese partido. Todavía recuerdo las repercusiones. Una semana entera dónde la prensa llamó a mi casa, dónde mi nombre paso por todos los programas de deportes, me acusaron de ladrón, de ir para atrás. Yo era jóven no soporte esa presión.

Termino ese torneo. El equipo rival descendió. Jugué el resto de los partidos de titular, anduve bien. Los diarios me puntuaron con 6 y 7. Los hinchas rivales me gritaban traidor. Fue un cierre muy duro.

Los dirigentes apostaban por mi, para que tenga la revancha en el torneo siguiente. Yo decidí irme, ante la primera oferta, fuera del país. Volví a Portugal. Hice toda mi carrera allá. Jugué en 4 clubes entre ellos el Sporting de Lisboa. Partícipe en torneos europeos, inclusive me ofrecieron la doble ciudadanía para poder ser convocado quizás en algún momento en la selección Lusitana.

Ese partido marcó mi carrera, pero sobre todo mi ánimo. El fútbol estaba dado vuelta. Nunca pude entender, el odio confundido con pasión. El deseo del mal al prójimo. Para mí el fútbol siempre fue un espectáculo. La pasión de tener hidalguía deportiva en la Victoria y en la derrota propia. Era un idealista que no encontró su lugar.

No era mal jugador, inclusive se puede decir que triunfe en mi vida. Estuve en el partido incorrecto, en el momento equivocado. No supe manejar eso, y decidí irme lejos.

Nunca volví a Argentina. Para mí fue un capítulo cerrado. Aunque hasta el día de hoy a veces en la cancha escucho...

-Qué esta tarde cueste lo que cueste... está tarde tenemos que perder...



FIN


lunes, 10 de junio de 2013

El Fútbol del revés (4)

Parte 4 de 5

Me levante esa mañana, temprano alrededor de las 8. Teníamos que juntarnos en el Club a las 11 para almorzar todos juntos e ir a la cancha. El partido comenzaba a las 18.30. Jugábamos en la cancha de  Mantenimiento Sociedad Anónima, dónde hacía de local nuestro rival.

Por una disposición de la justicia, sólo podrían asistir unas 2000 personas de nuestro equipo. Prendí la tele por reflejo. El aparato estaba en un canal de deporte. Enfoque la mirada y leí el título, el cuál me impacto mucho, Los jugadores del Santiago, luego de la visita de la barra, irá para atrás. Subí el volumen y escuche a un joven periodista que dijo:
-Luego de la visita de La Gloriosa, al vestuario de tránsito, desde dentro del club nos informaron, que los jugadores harán menos fuerzas frente a su rival, para perjudicar a los Verdes.

Apague el televisor enojado, pensaba que declaraciones como esas aumentaban la tensión de todos los implicados. Jugadores, rivales, hinchas, arbitro y jueces de línea.

Enojado, espere a las 10, cuándo me paso a buscar el Tanque Diamanti, nuestro goleador. Me subí al auto, lo mire a Diamanti, con una mirada de súplica.

Él entendió y me dijo
-Tranquilo flaco, pase lo que pase hoy vamos a dejar todo como siempre.

Llegamos al club, los jugadores que tenían auto, los dejaron en la playa, almorzamos a la hora.

Estábamos sentados en una gran mesa, comimos pastas. Luego subimos al micro.

El entrenador comenzó a hablar
-Muchachos, ya quedan pocos partidos en el torneo, hoy jugamos algo importante. El honor y la credibilidad de cada uno de nosotros. Yo no tengo duda de que ellos van a descender. Pero no porque nosotros juguemos para atrás. Sino porque luego de  casi de 3 años, han hecho todo lo posible y lo imposible para estar en esta situación. Nosotros vamos a jugar y dejar todo. Vamos a correr cada pelota como si fuera la última. Por nosotros, por nuestras familias y por el prestigio del club.

El micro estalló en aplausos. De a poco creció dentro de mí un sentimiento de tranquilidad. Caí en la cuenta que pensando en todo el contexto, no estaba disfrutando de esto que más amo que es jugar al fútbol. Una media sonrisa asomó en mi cama. El gringo Giubberti me miró y me dijo

-Flaco, hoy la rompes, desde acá en adelante empieza tu historia en este club.

Llegamos a la cancha de Mantenimiento.

Ya quedaban sólo 3 horas para el partido. Entramos al vestuario. La charla técnica fue concisa. Algunos conceptos sobre pelota parada, a mi me dijo el técnico que me iba a tocar marcar al enano Drimi

A decir verdad, yo veía mucho fútbol. Drimi era uno de esos jugadores que jugaba de wing, cerca de la banda, y que buscaba ganar en el uno contra uno. Su principal característica era su velocidad. Un lindo desafío.

Empece a cambiarme. Usaba la camiseta número 25, conjunto blanco, con rayas verticales verdes.

En el camino desde el vestuario al túnel para entrar al campo de juego, de aproximadamente 600 metros, sólo pensaba, en que hoy día en la cancha, en el rectángulo, sólo importaba lo que hiciéramos los jugadores. Los protagonistas eramos nosotros. Siempre pensé en el fútbol cómo espectáculo, no como pan y circo sino  más bien relacionado con una obra de teatro.Dónde reinara la civilidad pero bueno el mundo del fútbol estaba dado vuelta.

Entramos a la cancha, silbidos a montones para nosotros, nunca entendí porque los equipos no entraban juntos, por ley, así sólo existían aplausos. Nos tocó atacar hacia nuestra hinchada. Me ubiqué en el verde césped. Respire profundo. Me hice la señal de la cruz, mire a Dario mi compañero de zaga central y espere el sonido del silbato para el inicio del partido.




miércoles, 5 de junio de 2013

El fútbol del reves (3)

Parte 3 de 5

Llegó el día Jueves

De camino a los vestuarios lo primero que note fue que en los alrededores del club habían varias pintadas, el cariz de las mismas ya eran bastante más agresivas.

"Jugadores, pierdan el sábado o son boleta"

" La única alegría que nos pueden dar es que vayan para atrás"

" Si hoy ganan, pierden en su vida"

Al ver eso empece a sentir mucho miedo, ir al banco era una alegría pero el contexto del partido sólo me hacia pensar en que nada bueno podía salir de esto.

Comencé a cambiarme junto a mis compañeros, cuando de golpe note algunas ausencias, parece que la charla de Darío fue efectiva, faltaba Colovatti, Driome y para mí consternación faltaba Carabini.

En estos momentos estaba el capitán, el Chungo y yo como defensores posibles para 2 puestos. Los pensamientos en mi cabeza desfilaban a gran velocidad. Desde chico siempre fui un consumidor nato de todo programa relacionado con la redonda. Recordaba muchas imágenes de jugadores que tuvieron problemas con la hinchada, de casas quemadas, de algún secuestro, de aprietes. El miedo cada vez era mayor. Mi sueño siempre fue llegar a jugar muchos partidos en la primera de mi club. Cada oportunidad para mí, valía su peso en oro. La ambivalencia de sentimientos me generaba dolor.

Con ese menjurje entre a la cancha, cuando el Director Técnico repartió las pecheras de los titulares, formo la dupla central con Darío y el Chungo. Yo jugaba para los suplentes junto a Rastellini un juvenil de 17 años, de gran futuro.

El entrenamiento paso sin sobresaltos. En la última jugada hubo un córner para nosotros. Cómo siempre que juego fui a cabecear. El centro fue al primer palo saltamos a la par junto al Chungo. El balón venía preciso hacia mi cabeza, con el parietal derecho impulse la pelota que entró en el primer palo. Cuándo caímos, mi cuerpo cayó sobre la pierna de mi amigo. Sentí un crack. Me levante rápidamente, el Chungo tenía la mano sobre su rodilla y se movía frenéticamente. Vino el médico corriendo e hizo señas para que viniera un camilla. Lo llevaron hacia el hospital y el Doctor tenía una mueca de preocupación.

Fuimos al vestuario, entramos a las duchas, estaba muy triste, mis compañeros uno a uno fueron saliendo. Yo seguía en la ducha cuándo sentí que la puerta se abría de manera violenta.

Me puse la toalla salí, y vi 30 personas que entraban al vestuario era la barra brava comandada por el Gordo Bruno.

El gordo comenzó a gritar a viva voz
-Hay de ustedes si ganan el sábado, van para atrás o los matamos a todos.

Uno de los barras rompió con un bate uno de los vidrios del vestuario.

Ninguno de nosotros se movía.

El gordo retomó
-Recuerden en la cancha, sacamos la patita, y vamos despacio, perdemos 1 a 0 y nadie se aviva, sino son boleta.

Acto seguido dio la media vuelta y salió acompañado de sus secuaces.

El silencio era sepulcral, nadie hablaba. De a poco los jugadores se fueron retirando del vestuario, Nunca viví una experiencia similar, estaba inmovilizado, Darío se me acerco y me dijo vamos Flaco, estábamos saliendo y llego el Doctor.

-Muñeco, Lopéz tiene una Distensión de Ligamentos, el sábado jugas vos...

Las palabras entraron vacías a mis oídos, que oportunidad extraña se presentaba ante mi, el miedo poseía mi cuerpo, el brazo de Darío paso sobre mis hombros.

- Pibe, vos deja todo, vamos a ganar y no te va a pasar nada...

Para ser sincero, no creía en su promesa, pero las cartas estaban echadas sobre la mesa y ya quedaba un día para el sábado.





miércoles, 29 de mayo de 2013

El fútbol del revés (2)

Parte 2 de 5

A decir verdad, por lo visto en el torneo, para el director técnico yo era el quinto defensor central.
Primero estaba Darío, defensor de muchos partidos, que siempre había jugado en el club, muy querido por los hinchas; él fue parte del plantel que sufrió el único descenso del club, hace unos seis años, yo lo recuerdo porque fui alcanzapelotas ese día. La imagen de Darío en el momento de finalizar el empate contra el Sportivo Tránsito de Trelew fue algo que nunca olvidé hasta el día de hoy. En fin, el fútbol siempre da la revancha, y el hoy capitán logró el ascenso después de una temporada magnífica en la segunda división. Él siempre fue uno de mis espejos y cada charla que tenía era una vertiente de enseñanzas.
El otro central titular era el Colo Díez, un jugador recio, con templanza; también estaba en el ocaso de su carrera, había jugado muchos años en el Osasuna de España, el día que volvió a Argentina cuentan que fueron a despedirlo mil navarros.
Ambos titulares tenían alrededor de 35 años, ambos medían 1,87 metros. Darío era un emblema del club y el Colo un jugador muy respetado. Los dos suplentes eran Carabini, un jugador de 28 años de 1,85 proveniente de Rosario, que jugaba su primera temporada, y el Chungo López, mi compañero de zaga de todas las inferiores.
Ese día, al comenzar el entrenamiento, el preparador físico hizo dos grupos. Los jugadores que vieron acción el fin de semana trabajaron diferenciado; entre los suplentes hicimos unos ejercicios físicos y luego un juego reducido; todos sabían que la práctica formal de fútbol era el jueves. El partido estaba programado para el sábado.
A la mitad del entrenamiento llegó el presidente del club. El Tano Férrico. Justo pasó cerca de mí, por lo que lo saludé.
-Hola Tano
-Hola Muñeco, me parece que vas al banco el sábado porque Whitman está suspendido.
Yo no llevaba la cuenta de las amarillas de mis compañeros, pero parecía que el Colo fue amonestado y llegó a la quinta amarilla.
Al final del entrenamiento nos reunimos todos. Darío comenzó a hablar:
-Muchachos, el sábado tenemos un partido fundamental, todos saben lo mucho que amo a este club, lo que he sufrido, lo que he disfrutado. Nunca en mi vida he deseado tanto el descenso de un rival. Siempre hemos sido el equipo que descendió. El equipo con menos títulos nacionales. Ni hablar de viajar fuera del país. Pero ante todas las cosas soy futbolista y amo al club. Tengo honor y amor propio. Y si ellos tienen que descender lo harán por errores de ellos, no nuestros. Si alguno piensa en ir para atrás, le pido de corazón que no juegue. Mienta, finja una lesión, aduzca un viaje. Pero no manche nuestro honor. El sábado tenemos que ganar por nosotros, aunque nuestros hinchas no lo quieran. Quedan dos fechas más; que el descenso se defina cuando se tenga que definir.
Palabras concretas al corazón, la verdad yo todavía era muy joven e ingenuo. En mi cabeza no existía posibilidad de ir para atrás, y menos que alguno de mis compañeros hiciera eso. Sin embargo, en la historia siempre existieron ese tipo de mitos.
Me fui a mi casa, expectante, aunque en mi cabeza todavía resonaba ese papel que decía: "Pierdan el domingo".

martes, 28 de mayo de 2013

El Fútbol del revés

Parte 1 de 5

Nuevamente el torneo estaba terminado, faltaban cuatro días, es cierto, pero matemáticamente ya no teníamos posibilidades de salir campeones. Había equipos que perdieron más que nosotros. Por lo tanto, la posibilidad de perder la categoría ya no estaba entre las opciones.
Vislumbraba una semana tranquila. Este era mi tercer año en la primera división, había vivido una temporada en el club Olhanense en la ciudad de Olhâo, en Portugal, 40.808 habitantes y con el estadio José Arcanjo Olhâo con capacidad para 11.000 espectadores.
La experiencia había sido interesante, a nivel deportivo jugué bastante, mi posición es de primer central, y gracias a mi altura, que es de 1,86, también tuve la posibilidad de hacer 2 goles, terminamos en décima posición, lo que para el S.C Olhanense era una de sus mejores ubicaciones desde 1910.
El club era humilde. Al momento de pagar el pase, que estaba tasado en diez millones de dólares, no lograron hacerlo; a veces es irónico pensar que con esa plata un pueblo latinoamericano puede comer durante un año seguido, la economía y el fútbol me muestran que el mundo está loco.
Esta fue la razón principal por la que tuve que regresar a mi club de origen; esto para mí no generó ningún tipo de problemas. En realidad, al principio debo reconocer que sentí un poco de bronca. Para ser sinceros, en mi primer club no había jugado mucho, tan sólo seis partidos en dos años; según las crónicas no me había destacado, pero tampoco había sido un desastre. Mi padre me decía que todo jugador necesita continuidad, yo creo que eso es cierto. Pero las reglas del juego eran claras y tenía que volver.
Este torneo no había sido diferente, no había jugado nunca en el primer equipo, pero en el torneo de reserva realmente me había destacado. En 15 partidos jugados fui parte en todos los partidos e hice un gol para vencer al otro equipo de la ciudad, el clásico rival; sentía que si seguía jugando en este nivel tendría alguna chance en algún club, quizás en el mío.
Al final del partido anterior, en el que el primer equipo había empatado 2 a 2, se empezó a instalar entre los seguidores un rumor, o un deseo. El próximo partido era contra uno de los rivales directos por no descender del otro equipo de la ciudad. En los programas periodísticos estaba instalado en la agenda el tema. Opiniones diversas sobre la actitud que debían tener mis compañeros en el partido.
El martes en la mañana, cuando caminaba hacia el estadio, encontré un pequeño folleto que estaba tirado en la puerta del club:
"Ya que no nos pueden dar una alegría en la cancha, pierdan el domingo, así los innombrables quedan cada vez más cerca del descenso" L.G
Leí ese papel un par de veces, por dentro pensaba: “qué horrible situación para los muchachos, tener esta presión por perder”. Para mí iba en contra de toda lógica, pero el mundo del fútbol estaba dado la vuelta. Sin embargo, también tuve esa sensación de alivio pensando que aunque compartía vestuario, y había hecho la pretemporada, no iba a ser parte de ese partido; por lo tanto no iba a vivir la disyuntiva que yo pensaba que tenía el resto de mis compañeros...

lunes, 27 de mayo de 2013

Bienvenidos

Este blog es un nuevo proyecto, dónde quiero darle rienda a mi vocación literaria...

Este blog no es de información, es de Historias ficcionales, dónde la idea es trasladar al lector , al humanismo de los sentimientos personales de los deportistas, sentimientos originados en la mente de un escritor, que piensa y ve deporte y en algún momento se pregunto, que estará pensando Messi en el momento de apilar 4 jugadores, que habrá pensado Roger cuándo superó a Sampras...

Pero no sólo son relatos de ficción sobre deportistas conocidos, sino que mi intención es regalarles a los héroes anónimos, a ese 4 que le tocaba debutar en la primera del Deportivo Maipu por la liga mendocina, o aquel jugador de Handball que jugaba por amor al arte...

Todo relato tendrá una base real, el partido, la información, el resultado, aunque será escondido detrás de nombres ficticios, porque esto es un proyecto netamente literario.

Así que queridos amigos, bienvenidos... Pronto les dejare mi primera Historia y ojalá realmente los transporte a la vida de estos personajes y vivan un grato momento y puedan disfrutar de leer, cómo yo disfruto de escribir...

Bienvenidos a Relatos Deportivos... El lugar dónde los sentimientos son los protagonistas...