miércoles, 19 de junio de 2013

El Fútbol del revés (5)

Parte 5 de 5

El silbato resonó en mis oídos. Un aplauso atronador sobrevoló el campo de juego.

Nosotros sacamos del medio, rápidamente luego de un par de pases, la pelota llegó a mis pies mientras recorría el césped, por el rabillo del ojo miraba a Darío. Pise la pelota y con mi pierna hábil, la derecha, hice un pase que fue a destino.

Los nervios previos a un evento deportivo, ya habían pasado, me sentía muy bien adentro de la cancha, ya había realizado 6 pases bien, aunque defensivamente todavía no hice ninguna acción.

El partido era aburrido desde mi posición, veía toda la cancha y los arqueros eran espectadores de lujo.

A los 20 minutos de juego le tiraron una pelota larga a Drimi cerca del lateral, ambos corrimos a buscarla, y cuando parecía que él se iba a llevar la pelota, con el cuerpo le gane la posición y gire para el centro para salir jugando con mis compañeros. Algunos tibios aplausos sonaron en nuestra tribuna luego de esa acción.

El partido continuaba sin sobresaltos para ninguno de los 2 equipos. Cero jugadas de riesgo. Yo hice un par de pases más pero nada digno de recordar.

De a poco nuestros hinchas empezaron a cantar en contra de nosotros.

-¡Que esta tarde cueste lo que cueste, esta tarde tenemos que perder!

En ese momento tiraron un pelotazo a Drimi que domino la pelota, en mis oídos sonaba la canción, fui a buscarlo, y con una gambeta larga por la línea me dejo en el camino.

El enano iba por el lado derecho hacia el área. Darío salió a cortarlo pero él en velocidad era muy difícil de parar. Yo continuaba la acción desde atrás corriendo con todas mis fuerzas. Vi que mi compañero no pudo sacarle el balón. Yo ya estaba cerca del delantero

Él entro al área, adelantó la pelota. Cuándo vi que el esférico se le iba un poco largo, decidí tirarme con los pies desde atrás. Tiempo después me comentaron que esa jugada fue similar al penal que le cobraron a Sensini en la final del Mundial 90 contra Alemania, por la forma de barrer cruzando desde atrás con la pierna cambiada.

Mientras me deslizaba por el suelo, contraje la pierna izquierda para no tocar al jugador, sentí la pelota sobre mi botín derecho, que se iba hacia el córner. En dos segundos tenía el cuerpo de Drimi sobre el mío.

Nos levantamos el árbitro dio saque de esquina. Todos mis compañeros vinieron a felicitarme.

Quedaban 2 minutos de juego del primer tiempo cuándo hubo un tiro libre en  el lado izquierdo a 15 metros de la medialuna. El Profe me miró y me hizo una seña para que vaya a cabecear.

Me marcaba Jerez, el 3 de ellos. Cuándo se puso a mi lado, me di cuenta que era más alto que él por unos 7 centímetros.

Diamanti con su botín derecho le pego con rosca el centro iba hacia mi posición. Yo veía la pelota trasladarse por los cielos, de reojo vi al arquero que empezaba a correr hacia el balón para atraparla con sus manos. Salte por inercia, la pelota se dirigía hacia mi. Moví mi cabeza, e impacté la bocha el guardameta quedó a mitad de camino entre el centro y el arco. Mi cabezazo fue directo a la red,

Mi primer gol en primera división, caí al suelo. Me levante rápidamente mis compañeros vinieron a abrazarme. Estaba muy emocionado, aunque el silencio que sobrevolaba por el estadio era de muerte. Nadie había gritado el gol.

Terminaba el primer tiempo con el marcador 1 a 0 a nuestro favor.

En el vestuario todos me felicitaron. Darío se me acerco y me dijo:

-Excelente flaco, ojo que los cantos de la hinchada no te hagan perder la concentración. Él se había dado cuenta, que de alguna manera la jugada de riesgo había sido generada por una desconcentración mía.

Mi admiración por el gran capitán crecía cada vez más.

Entramos a la cancha, acompañados de una silbatina descomunal, vi hacia nuestros fanáticos pero ellos también silbaban en contra nuestra. Estaba conmocionado, y muy dolido. Debe ser una de las pocas veces, que un equipo que va ganando 1 a 0 era recibido de esa manera. Mi partido soñado no podía ser este. Era titular por primera vez en el torneo, convertí un gol, tuve un cierre espectacular. Sin embargo nada era reconocimiento. Todos silbidos e insultos. Se me llenaron los ojos de lágrimas, estaba furioso. Pensé que este segundo tiempo lo iba a jugar con alma y vida.

En los primeros 15 minutos robé tres pelotas, e hice buenos pases. Cuándo marcaba a Drimi, le tiraba mi potencia física de mi juventud. Cuándo marcaba a Rigoberto, el 9 de ellos de 1,85 de altura. Siempre saltaba más alto y despejaba todo lo que pasaba cerca.

Estaba enojado. Los cánticos eran cada vez más fuerte y agresivos.

- Que esta tarde no podemos ganar, si no todos van a cobrar.

Vi el reloj en el marcador electrónico del estadio. Quedaban 15 minutos. Ellos comenzaron a acercarse a nuestro arco con mayor frecuencia.

Empezaron a tirar muchos centros que nosotros despejábamos. Quedaban 6 minutos, Drimi recibió en el costado izquierdo y encaró a nuestro lateral, lo paso y quedo pie a pie contra mí.

Vi que con sus ojos miraban a la derecha, pensé que iba a salir por afuera alejándose del arco, para tirar el centro.

Desde la tribuna nuestra me gritaron.

-Pibe, usted si no pierde hoy no juega más por que lo matamos.

Drimi tocó la pelota hacia la derecha, entró al área, yo lo seguía de cerca,adelantó el balón y yo con mi pierna derecha fui a trabarlo con fuerza.

En ese momento, el enano quebró la cintura, y fue para el medio con su pie izquierdo antes de que trabáramos. Estaba por pasar de largo. y estiré mi pierna izquierda intentando tocar la pelota. Cuándo estaba por robarla. Drimi punteo la pelota con su pie derecho, me lleve su pierna Izquierda. Sentí el silbato del árbitro.

Penal. Toda la cancha estalló en aplausos. No lo podía creer, no por la falta sino por la reacción de mi público.

Pateo Rigoberto, el Polaco fue a la derecha, el remate a la izquierda 1 a 1 el partido.

Ya no quedaba nada, de tiempo sólo 2 minutos. El partido terminaba en empate clavado. Sacamos del medio los últimos minutos fuimos haciendo pases, Darío me paso la pelota. Yo estaba con mucha bronca.

Los agravios de la tribuna eran cada vez peores. Pense en pegarle al balón y hacer catarsis. Todos los que alguna vez han hecho algún deporte, han sentido esa sensación de libertad, que pasa por nuestro cuerpo cuándo hacemos ejercicio y liberamos tensión.

Drimi me fue a presionar, levante la pierna me preparare a golpear la caprichosa. Él se tiró al suelo y tocó el balón. Mi pierna fue hacia el aire. Fue una pifia monumental.

El enano se fue sólo frente al arquero. No podía creer lo que había pasado. Darío desde atrás se tiro para intentar tapar el tiro. y el 7 bravo toco para Rigoberto que sin arquero hizo un pase a la red.

2 a 1 perdíamos. Me desplome en el suelo agarrándome la cabeza. Sentía aplausos. La tribuna empezó a corear:

-Flacoooooooooooooooooo, Flacoooooooooooooo.

El arbitro decretó el final del partido. Me fui directo a las duchas, no quise saludar a nadie. Tenía bronca, me había dejado llevar por las emociones. Había fallado a mi equipo y a mi mismo. Aunque el público irónicamente estaba contento.


Hoy luego de 10 años de ese partido. Todavía recuerdo las repercusiones. Una semana entera dónde la prensa llamó a mi casa, dónde mi nombre paso por todos los programas de deportes, me acusaron de ladrón, de ir para atrás. Yo era jóven no soporte esa presión.

Termino ese torneo. El equipo rival descendió. Jugué el resto de los partidos de titular, anduve bien. Los diarios me puntuaron con 6 y 7. Los hinchas rivales me gritaban traidor. Fue un cierre muy duro.

Los dirigentes apostaban por mi, para que tenga la revancha en el torneo siguiente. Yo decidí irme, ante la primera oferta, fuera del país. Volví a Portugal. Hice toda mi carrera allá. Jugué en 4 clubes entre ellos el Sporting de Lisboa. Partícipe en torneos europeos, inclusive me ofrecieron la doble ciudadanía para poder ser convocado quizás en algún momento en la selección Lusitana.

Ese partido marcó mi carrera, pero sobre todo mi ánimo. El fútbol estaba dado vuelta. Nunca pude entender, el odio confundido con pasión. El deseo del mal al prójimo. Para mí el fútbol siempre fue un espectáculo. La pasión de tener hidalguía deportiva en la Victoria y en la derrota propia. Era un idealista que no encontró su lugar.

No era mal jugador, inclusive se puede decir que triunfe en mi vida. Estuve en el partido incorrecto, en el momento equivocado. No supe manejar eso, y decidí irme lejos.

Nunca volví a Argentina. Para mí fue un capítulo cerrado. Aunque hasta el día de hoy a veces en la cancha escucho...

-Qué esta tarde cueste lo que cueste... está tarde tenemos que perder...



FIN


lunes, 10 de junio de 2013

El Fútbol del revés (4)

Parte 4 de 5

Me levante esa mañana, temprano alrededor de las 8. Teníamos que juntarnos en el Club a las 11 para almorzar todos juntos e ir a la cancha. El partido comenzaba a las 18.30. Jugábamos en la cancha de  Mantenimiento Sociedad Anónima, dónde hacía de local nuestro rival.

Por una disposición de la justicia, sólo podrían asistir unas 2000 personas de nuestro equipo. Prendí la tele por reflejo. El aparato estaba en un canal de deporte. Enfoque la mirada y leí el título, el cuál me impacto mucho, Los jugadores del Santiago, luego de la visita de la barra, irá para atrás. Subí el volumen y escuche a un joven periodista que dijo:
-Luego de la visita de La Gloriosa, al vestuario de tránsito, desde dentro del club nos informaron, que los jugadores harán menos fuerzas frente a su rival, para perjudicar a los Verdes.

Apague el televisor enojado, pensaba que declaraciones como esas aumentaban la tensión de todos los implicados. Jugadores, rivales, hinchas, arbitro y jueces de línea.

Enojado, espere a las 10, cuándo me paso a buscar el Tanque Diamanti, nuestro goleador. Me subí al auto, lo mire a Diamanti, con una mirada de súplica.

Él entendió y me dijo
-Tranquilo flaco, pase lo que pase hoy vamos a dejar todo como siempre.

Llegamos al club, los jugadores que tenían auto, los dejaron en la playa, almorzamos a la hora.

Estábamos sentados en una gran mesa, comimos pastas. Luego subimos al micro.

El entrenador comenzó a hablar
-Muchachos, ya quedan pocos partidos en el torneo, hoy jugamos algo importante. El honor y la credibilidad de cada uno de nosotros. Yo no tengo duda de que ellos van a descender. Pero no porque nosotros juguemos para atrás. Sino porque luego de  casi de 3 años, han hecho todo lo posible y lo imposible para estar en esta situación. Nosotros vamos a jugar y dejar todo. Vamos a correr cada pelota como si fuera la última. Por nosotros, por nuestras familias y por el prestigio del club.

El micro estalló en aplausos. De a poco creció dentro de mí un sentimiento de tranquilidad. Caí en la cuenta que pensando en todo el contexto, no estaba disfrutando de esto que más amo que es jugar al fútbol. Una media sonrisa asomó en mi cama. El gringo Giubberti me miró y me dijo

-Flaco, hoy la rompes, desde acá en adelante empieza tu historia en este club.

Llegamos a la cancha de Mantenimiento.

Ya quedaban sólo 3 horas para el partido. Entramos al vestuario. La charla técnica fue concisa. Algunos conceptos sobre pelota parada, a mi me dijo el técnico que me iba a tocar marcar al enano Drimi

A decir verdad, yo veía mucho fútbol. Drimi era uno de esos jugadores que jugaba de wing, cerca de la banda, y que buscaba ganar en el uno contra uno. Su principal característica era su velocidad. Un lindo desafío.

Empece a cambiarme. Usaba la camiseta número 25, conjunto blanco, con rayas verticales verdes.

En el camino desde el vestuario al túnel para entrar al campo de juego, de aproximadamente 600 metros, sólo pensaba, en que hoy día en la cancha, en el rectángulo, sólo importaba lo que hiciéramos los jugadores. Los protagonistas eramos nosotros. Siempre pensé en el fútbol cómo espectáculo, no como pan y circo sino  más bien relacionado con una obra de teatro.Dónde reinara la civilidad pero bueno el mundo del fútbol estaba dado vuelta.

Entramos a la cancha, silbidos a montones para nosotros, nunca entendí porque los equipos no entraban juntos, por ley, así sólo existían aplausos. Nos tocó atacar hacia nuestra hinchada. Me ubiqué en el verde césped. Respire profundo. Me hice la señal de la cruz, mire a Dario mi compañero de zaga central y espere el sonido del silbato para el inicio del partido.




miércoles, 5 de junio de 2013

El fútbol del reves (3)

Parte 3 de 5

Llegó el día Jueves

De camino a los vestuarios lo primero que note fue que en los alrededores del club habían varias pintadas, el cariz de las mismas ya eran bastante más agresivas.

"Jugadores, pierdan el sábado o son boleta"

" La única alegría que nos pueden dar es que vayan para atrás"

" Si hoy ganan, pierden en su vida"

Al ver eso empece a sentir mucho miedo, ir al banco era una alegría pero el contexto del partido sólo me hacia pensar en que nada bueno podía salir de esto.

Comencé a cambiarme junto a mis compañeros, cuando de golpe note algunas ausencias, parece que la charla de Darío fue efectiva, faltaba Colovatti, Driome y para mí consternación faltaba Carabini.

En estos momentos estaba el capitán, el Chungo y yo como defensores posibles para 2 puestos. Los pensamientos en mi cabeza desfilaban a gran velocidad. Desde chico siempre fui un consumidor nato de todo programa relacionado con la redonda. Recordaba muchas imágenes de jugadores que tuvieron problemas con la hinchada, de casas quemadas, de algún secuestro, de aprietes. El miedo cada vez era mayor. Mi sueño siempre fue llegar a jugar muchos partidos en la primera de mi club. Cada oportunidad para mí, valía su peso en oro. La ambivalencia de sentimientos me generaba dolor.

Con ese menjurje entre a la cancha, cuando el Director Técnico repartió las pecheras de los titulares, formo la dupla central con Darío y el Chungo. Yo jugaba para los suplentes junto a Rastellini un juvenil de 17 años, de gran futuro.

El entrenamiento paso sin sobresaltos. En la última jugada hubo un córner para nosotros. Cómo siempre que juego fui a cabecear. El centro fue al primer palo saltamos a la par junto al Chungo. El balón venía preciso hacia mi cabeza, con el parietal derecho impulse la pelota que entró en el primer palo. Cuándo caímos, mi cuerpo cayó sobre la pierna de mi amigo. Sentí un crack. Me levante rápidamente, el Chungo tenía la mano sobre su rodilla y se movía frenéticamente. Vino el médico corriendo e hizo señas para que viniera un camilla. Lo llevaron hacia el hospital y el Doctor tenía una mueca de preocupación.

Fuimos al vestuario, entramos a las duchas, estaba muy triste, mis compañeros uno a uno fueron saliendo. Yo seguía en la ducha cuándo sentí que la puerta se abría de manera violenta.

Me puse la toalla salí, y vi 30 personas que entraban al vestuario era la barra brava comandada por el Gordo Bruno.

El gordo comenzó a gritar a viva voz
-Hay de ustedes si ganan el sábado, van para atrás o los matamos a todos.

Uno de los barras rompió con un bate uno de los vidrios del vestuario.

Ninguno de nosotros se movía.

El gordo retomó
-Recuerden en la cancha, sacamos la patita, y vamos despacio, perdemos 1 a 0 y nadie se aviva, sino son boleta.

Acto seguido dio la media vuelta y salió acompañado de sus secuaces.

El silencio era sepulcral, nadie hablaba. De a poco los jugadores se fueron retirando del vestuario, Nunca viví una experiencia similar, estaba inmovilizado, Darío se me acerco y me dijo vamos Flaco, estábamos saliendo y llego el Doctor.

-Muñeco, Lopéz tiene una Distensión de Ligamentos, el sábado jugas vos...

Las palabras entraron vacías a mis oídos, que oportunidad extraña se presentaba ante mi, el miedo poseía mi cuerpo, el brazo de Darío paso sobre mis hombros.

- Pibe, vos deja todo, vamos a ganar y no te va a pasar nada...

Para ser sincero, no creía en su promesa, pero las cartas estaban echadas sobre la mesa y ya quedaba un día para el sábado.