martes, 28 de mayo de 2013

El Fútbol del revés

Parte 1 de 5

Nuevamente el torneo estaba terminado, faltaban cuatro días, es cierto, pero matemáticamente ya no teníamos posibilidades de salir campeones. Había equipos que perdieron más que nosotros. Por lo tanto, la posibilidad de perder la categoría ya no estaba entre las opciones.
Vislumbraba una semana tranquila. Este era mi tercer año en la primera división, había vivido una temporada en el club Olhanense en la ciudad de Olhâo, en Portugal, 40.808 habitantes y con el estadio José Arcanjo Olhâo con capacidad para 11.000 espectadores.
La experiencia había sido interesante, a nivel deportivo jugué bastante, mi posición es de primer central, y gracias a mi altura, que es de 1,86, también tuve la posibilidad de hacer 2 goles, terminamos en décima posición, lo que para el S.C Olhanense era una de sus mejores ubicaciones desde 1910.
El club era humilde. Al momento de pagar el pase, que estaba tasado en diez millones de dólares, no lograron hacerlo; a veces es irónico pensar que con esa plata un pueblo latinoamericano puede comer durante un año seguido, la economía y el fútbol me muestran que el mundo está loco.
Esta fue la razón principal por la que tuve que regresar a mi club de origen; esto para mí no generó ningún tipo de problemas. En realidad, al principio debo reconocer que sentí un poco de bronca. Para ser sinceros, en mi primer club no había jugado mucho, tan sólo seis partidos en dos años; según las crónicas no me había destacado, pero tampoco había sido un desastre. Mi padre me decía que todo jugador necesita continuidad, yo creo que eso es cierto. Pero las reglas del juego eran claras y tenía que volver.
Este torneo no había sido diferente, no había jugado nunca en el primer equipo, pero en el torneo de reserva realmente me había destacado. En 15 partidos jugados fui parte en todos los partidos e hice un gol para vencer al otro equipo de la ciudad, el clásico rival; sentía que si seguía jugando en este nivel tendría alguna chance en algún club, quizás en el mío.
Al final del partido anterior, en el que el primer equipo había empatado 2 a 2, se empezó a instalar entre los seguidores un rumor, o un deseo. El próximo partido era contra uno de los rivales directos por no descender del otro equipo de la ciudad. En los programas periodísticos estaba instalado en la agenda el tema. Opiniones diversas sobre la actitud que debían tener mis compañeros en el partido.
El martes en la mañana, cuando caminaba hacia el estadio, encontré un pequeño folleto que estaba tirado en la puerta del club:
"Ya que no nos pueden dar una alegría en la cancha, pierdan el domingo, así los innombrables quedan cada vez más cerca del descenso" L.G
Leí ese papel un par de veces, por dentro pensaba: “qué horrible situación para los muchachos, tener esta presión por perder”. Para mí iba en contra de toda lógica, pero el mundo del fútbol estaba dado la vuelta. Sin embargo, también tuve esa sensación de alivio pensando que aunque compartía vestuario, y había hecho la pretemporada, no iba a ser parte de ese partido; por lo tanto no iba a vivir la disyuntiva que yo pensaba que tenía el resto de mis compañeros...

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