miércoles, 29 de mayo de 2013

El fútbol del revés (2)

Parte 2 de 5

A decir verdad, por lo visto en el torneo, para el director técnico yo era el quinto defensor central.
Primero estaba Darío, defensor de muchos partidos, que siempre había jugado en el club, muy querido por los hinchas; él fue parte del plantel que sufrió el único descenso del club, hace unos seis años, yo lo recuerdo porque fui alcanzapelotas ese día. La imagen de Darío en el momento de finalizar el empate contra el Sportivo Tránsito de Trelew fue algo que nunca olvidé hasta el día de hoy. En fin, el fútbol siempre da la revancha, y el hoy capitán logró el ascenso después de una temporada magnífica en la segunda división. Él siempre fue uno de mis espejos y cada charla que tenía era una vertiente de enseñanzas.
El otro central titular era el Colo Díez, un jugador recio, con templanza; también estaba en el ocaso de su carrera, había jugado muchos años en el Osasuna de España, el día que volvió a Argentina cuentan que fueron a despedirlo mil navarros.
Ambos titulares tenían alrededor de 35 años, ambos medían 1,87 metros. Darío era un emblema del club y el Colo un jugador muy respetado. Los dos suplentes eran Carabini, un jugador de 28 años de 1,85 proveniente de Rosario, que jugaba su primera temporada, y el Chungo López, mi compañero de zaga de todas las inferiores.
Ese día, al comenzar el entrenamiento, el preparador físico hizo dos grupos. Los jugadores que vieron acción el fin de semana trabajaron diferenciado; entre los suplentes hicimos unos ejercicios físicos y luego un juego reducido; todos sabían que la práctica formal de fútbol era el jueves. El partido estaba programado para el sábado.
A la mitad del entrenamiento llegó el presidente del club. El Tano Férrico. Justo pasó cerca de mí, por lo que lo saludé.
-Hola Tano
-Hola Muñeco, me parece que vas al banco el sábado porque Whitman está suspendido.
Yo no llevaba la cuenta de las amarillas de mis compañeros, pero parecía que el Colo fue amonestado y llegó a la quinta amarilla.
Al final del entrenamiento nos reunimos todos. Darío comenzó a hablar:
-Muchachos, el sábado tenemos un partido fundamental, todos saben lo mucho que amo a este club, lo que he sufrido, lo que he disfrutado. Nunca en mi vida he deseado tanto el descenso de un rival. Siempre hemos sido el equipo que descendió. El equipo con menos títulos nacionales. Ni hablar de viajar fuera del país. Pero ante todas las cosas soy futbolista y amo al club. Tengo honor y amor propio. Y si ellos tienen que descender lo harán por errores de ellos, no nuestros. Si alguno piensa en ir para atrás, le pido de corazón que no juegue. Mienta, finja una lesión, aduzca un viaje. Pero no manche nuestro honor. El sábado tenemos que ganar por nosotros, aunque nuestros hinchas no lo quieran. Quedan dos fechas más; que el descenso se defina cuando se tenga que definir.
Palabras concretas al corazón, la verdad yo todavía era muy joven e ingenuo. En mi cabeza no existía posibilidad de ir para atrás, y menos que alguno de mis compañeros hiciera eso. Sin embargo, en la historia siempre existieron ese tipo de mitos.
Me fui a mi casa, expectante, aunque en mi cabeza todavía resonaba ese papel que decía: "Pierdan el domingo".

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