miércoles, 5 de junio de 2013

El fútbol del reves (3)

Parte 3 de 5

Llegó el día Jueves

De camino a los vestuarios lo primero que note fue que en los alrededores del club habían varias pintadas, el cariz de las mismas ya eran bastante más agresivas.

"Jugadores, pierdan el sábado o son boleta"

" La única alegría que nos pueden dar es que vayan para atrás"

" Si hoy ganan, pierden en su vida"

Al ver eso empece a sentir mucho miedo, ir al banco era una alegría pero el contexto del partido sólo me hacia pensar en que nada bueno podía salir de esto.

Comencé a cambiarme junto a mis compañeros, cuando de golpe note algunas ausencias, parece que la charla de Darío fue efectiva, faltaba Colovatti, Driome y para mí consternación faltaba Carabini.

En estos momentos estaba el capitán, el Chungo y yo como defensores posibles para 2 puestos. Los pensamientos en mi cabeza desfilaban a gran velocidad. Desde chico siempre fui un consumidor nato de todo programa relacionado con la redonda. Recordaba muchas imágenes de jugadores que tuvieron problemas con la hinchada, de casas quemadas, de algún secuestro, de aprietes. El miedo cada vez era mayor. Mi sueño siempre fue llegar a jugar muchos partidos en la primera de mi club. Cada oportunidad para mí, valía su peso en oro. La ambivalencia de sentimientos me generaba dolor.

Con ese menjurje entre a la cancha, cuando el Director Técnico repartió las pecheras de los titulares, formo la dupla central con Darío y el Chungo. Yo jugaba para los suplentes junto a Rastellini un juvenil de 17 años, de gran futuro.

El entrenamiento paso sin sobresaltos. En la última jugada hubo un córner para nosotros. Cómo siempre que juego fui a cabecear. El centro fue al primer palo saltamos a la par junto al Chungo. El balón venía preciso hacia mi cabeza, con el parietal derecho impulse la pelota que entró en el primer palo. Cuándo caímos, mi cuerpo cayó sobre la pierna de mi amigo. Sentí un crack. Me levante rápidamente, el Chungo tenía la mano sobre su rodilla y se movía frenéticamente. Vino el médico corriendo e hizo señas para que viniera un camilla. Lo llevaron hacia el hospital y el Doctor tenía una mueca de preocupación.

Fuimos al vestuario, entramos a las duchas, estaba muy triste, mis compañeros uno a uno fueron saliendo. Yo seguía en la ducha cuándo sentí que la puerta se abría de manera violenta.

Me puse la toalla salí, y vi 30 personas que entraban al vestuario era la barra brava comandada por el Gordo Bruno.

El gordo comenzó a gritar a viva voz
-Hay de ustedes si ganan el sábado, van para atrás o los matamos a todos.

Uno de los barras rompió con un bate uno de los vidrios del vestuario.

Ninguno de nosotros se movía.

El gordo retomó
-Recuerden en la cancha, sacamos la patita, y vamos despacio, perdemos 1 a 0 y nadie se aviva, sino son boleta.

Acto seguido dio la media vuelta y salió acompañado de sus secuaces.

El silencio era sepulcral, nadie hablaba. De a poco los jugadores se fueron retirando del vestuario, Nunca viví una experiencia similar, estaba inmovilizado, Darío se me acerco y me dijo vamos Flaco, estábamos saliendo y llego el Doctor.

-Muñeco, Lopéz tiene una Distensión de Ligamentos, el sábado jugas vos...

Las palabras entraron vacías a mis oídos, que oportunidad extraña se presentaba ante mi, el miedo poseía mi cuerpo, el brazo de Darío paso sobre mis hombros.

- Pibe, vos deja todo, vamos a ganar y no te va a pasar nada...

Para ser sincero, no creía en su promesa, pero las cartas estaban echadas sobre la mesa y ya quedaba un día para el sábado.





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